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Los Colonizadores

Ese primer techo

Ese primer techo

“No teníamos lugar para funcionar y era un grave problema al que debíamos encontrarle una solución inmediata. Se había pedido el Salón de la Iglesia Católica para instalar allí el colegio pero Monseñor Storni no lo cedió, así que no sabíamos que hacer.
Creo que uno hace las cosas naturalmente, y en ese momento sentí que podíamos resolver el inconveniente con la casa de mi papá, ya que necesitábamos urgente un lugar para funcionar.
Yo había vivido en esa casa con mi marido y mis hijos hasta hacía unos meses, pues nos habíamos mudado a nuestra nueva casa, por lo que aquella estaba desocupada.
Mi padre estuvo de acuerdo con la idea, así que nos pusimos en campaña para situar la escuela allí.
En el living-comedor situamos el primer curso y en las habitaciones, la secretaría, la dirección y la sala de profesores.
El único inconveniente que teníamos es que la casa poseía un solo baño y se precisaban dos para que nos habiliten como escuela. Por suerte, en la casa había una habitación pequeña, una especie de despensa, que antes había sido un bañito, así que la refaccionaron para que vuelva a serlo, y así asemejarla lo más posible a una escuela.
En el comedor diario, María Aurelia Cantoni (Choly), les cocinaba a los chicos que eran del campo y se quedaban a comer en la escuela, así
que en los recreos, pasaban por la cocina y le preguntaban el menú, como si estuvieran en su casa.
Era todo sencillo y familiar, pero le poníamos muchas ganas.

Otilia Nagel

Quienes lo hicieron posible

Quienes lo hicieron posible

“Nuestro trabajo fue como la construcción de una casa. Para hacerla se necesita de distintas personas, para que cada uno haga su parte hasta que la casa quede construida, pero ninguno puede adjudicarse que la hizo él solo. Con la escuela pasó lo mismo, no se la pueden atribuir a uno solo, porque sin la ayuda de cada vecino de Santo Domingo nunca lo hubiéramos logrado. Yo no lo hice solo, quizás era la parte más visible, el que ponía la firma o que asumía la responsabilidad, pero a esto lo hicimos entre todos sumando cada granito de arena”.
“No soy el padre del colegio y no creo que haya uno, pero sí considero que existen muchas manos que trabajaron para que la educación secundaria sea un hecho, y no me da la memoria para recordar a todos. Mucha gente decidió poner el hombro para trabajar por el colegio, no porque confiaran en mi sino porque toda la comunidad anhelaba la institución.”
“Tuvimos la suerte de encontrarnos con un grupo de gente muy capaz, que tenía ganas de trabajar y que no bajaron los brazos, como los primeros directivos, las chicas de la secretaría, los primeros profesores y todo el personal, porque acá cuando había que arremangarse todos los hacían.”
Hay personas a las que nunca se las nombra, pero que hicieron mucho por la escuela, que estuvieron presentes en todas las convocatorias que realizamos. Nunca estuvieron en un palco, pero si muchas veces con una escoba o haciendo el asado.
Como ellos, también tendríamos que nombrar a muchos de los albañiles del pueblo, que trabajaron gratis en sus horas de descanso. Es indiscutible que todo se hizo a hombro y los que no podían venir a trabajar colaboraban de otra forma, por ejemplo donando un animal o prestándonos alguna herramienta.
Si tenemos que agradecer a los que hicieron posible que la escuela funcione hoy tenemos que nombrar a todo Santo Domingo y zona, a gente de Esperanza y de Santa Fe. No tuvimos padrinos económicos, pero si tuvimos padrinos morales que nos apoyaron, como el destacamento de inteligencia 121 de Santa Fe y el Liceo Militar.
La comuna nos apoyó, pero no en el sentido que nosotros hubiéramos querido, debido a que ellos tenían su propio proyecto para la creación de un colegio que no se había concretado por falta de presupuesto oficial”.

La educación como propósito, lo agrotécnico como alternativa

“Antes de que comiencen las clases, solíamos ir al colegio agrotécnico de Ataliva, que también era privado para ver como trabajaban. Ellos nos ayudaron mucho, inclusive nos prestaron sus estatutos para que elaboremos los nuestros”.
La orientación agrotécnica no existía en esta zona, por lo que si algún chico estaba interesado en seguir esta modalidad debía trasladarse a
Sa Pereira o a San Justo. Con nuestro proyecto en marcha, Santo Domingo se volvía un punto intermedio que acortaba las distancias para los chicos de la zona”.

Otilia Nagel

El trabajo mancomunado

“Muchos nos trataban de aventureros, pero trabajamos intensamente. Empezamos en noviembre de 1981 y el 16 de marzo de 1982 ya estaba funcionando.
Los trámites eran muchos y no muy sencillos, pero por suerte encontramos voluntades que nos ayudaron a acceder a personalidades y a cumplimentar los requisitos que debíamos poseer para dar inicio a la escuela.
Teníamos una muy buena organización, las tareas las habíamos distribuido de tal forma que había quienes se ocupaban de los trámites, de redactar los estatutos, otros de la construcción de los bancos y las mejoras edilicias del establecimiento, algunos buscaban fondos, organizaban beneficios o hablaban con los padres de los futuros alumnos
Nos costó mucho convencer a los padres de los chicos que estaban terminando la escuela primaria — incluso a los que hacía algunos años habían terminado pero no habían podido seguir—de que apuesten a nuestro proyecto. Íbamos casa por casa a explicarles de que se trataba, el por qué del agrotécnico y demás intentando vencer las resistencias y los miedos.
El primer año eran entre 18 y 20 chicos, pero al año siguiente eran muchos más los inscriptos, inclusive de otras localidades.
Fueron épocas de trabajo duro, pero tan fructíferos que daba ganas de trabajar. Hubo mucha gente que confió en nuestro proyecto y colaboró sin cobrar un peso.
Al principio fue difícil, pero cuando la idea se convirtió en proyecto, la gente se convenció y el pueblo comenzó a abrir sus brazos para que el colegio naciera de la mano de todos.

Con el proyecto maduro, las adhesiones aparecieron de todos lados. El que podía colaboraba con dinero o con sus talleres, el otro con su trabajo o sus conocimientos, y así se sumaban las manos de todos”.

                                                                                Elida Schachner

El puntapié inicial

“Lo primero que hicimos fue averiguar los requisitos que debíamos cumplir. Para esto recurrimos a un grupo de amigos de Santa Fe y a mi hermano mayor, Carlos, y su esposa que estaban muy vinculados con la educación privada. Ellos nos guiaron y nos dieron algunos consejos. Antes que nada, teníamos que conformar una institución con personería jurídica para poder comenzar a gestionar ante las autoridades ministeriales la creación de la escuela. Así nace la Vecinal Santo Domingo, primero formada por los 14 integrantes necesarios reglamentariamente.
Debíamos recaudar fondos y concretar las entrevistas en el Ministerio de Educación, lo que trajo aparejado los primeros inconvenientes. Fue en ese momento cuando Otilia Nagel nos consigue una entrevista con el Ministro de Educación, mediante un amigo.
En ese primer viaje, fuimos Zunilda Ingaramo, Élida Schachner, Otilia Nagel y Yo, para proponerle nuestra idea. El ministro fue terminante, dijo que ni pensemos en la posibilidad de un colegio oficial, pero nos dejó abierta la alternativa de que intentemos con uno de gestión privada, y que la opción de que tenga una orientación agrotécnica era la más viable.
Al principio su propuesta nos asustó y hasta nos pareció imposible, más aún teniendo en cuenta que los colegios privados que conocíamos eran religiosos o manejados comunalmente, pero ninguno por una vecinal o una asociación civil como éramos nosotros. Sin embargo, nos animamos al desafío.
Después de esa reunión con el Ministro, mi hermano Carlos y su esposa, que estaban relacionados con la curia, nos contactaron con la gente que realmente en esa época manejaba la educación privada y gracias a ese contacto pudimos empezar a concretar nuestro anhelo”.
                                                                    Jorge Mozzati

Un proyecto para el pueblo

“A un grupo de padres nos inquietaba el futuro de nuestros hijos, ya que al no poder realizar sus estudios en la localidad, debían trasladarse a otros pueblos o a otras ciudades, lo que traía aparejado no sólo gastos sino también el desarraigo de los jóvenes.
Estábamos ansiosos por tener un colegio en Santo Domingo y después de varios intentos fallidos por la parte oficial, decidimos organizar una vecinal y llevarlo a cabo. Al principio, la idea de conformar la vecinal, tenía como fin trabajar por el bien del pueblo y terminamos abocados a concretar el proyecto del colegio secundario para nuestros hijos y para el pueblo.
“En aquella época había otro concepto del estudiante y de los estudios superiores, por lo que no éramos tantos los que nos habíamos embarcado en esto, pero no bajamos los brazos y trabajamos hasta conseguirlo”.

                                                        Élida Schachner de Auce

De necesidad a proyecto.

“La iniciativa de comenzar a trabajar para la creación del Colegio Secundario no fue una idea del grupo que conformábamos, sino que más bien era una necesidad de la comunidad. Se plasmó con nuestro grupo, pero tiene una historia de varios intentos fallidos
Todo empezó una tarde, cuando tomábamos mates con Élida y Juan Auce, y ella me planteó que nos quedaba un año para pensar en el futuro de nuestros hijos (...). Ante esto yo le comenté la inquietud que siempre había tenido mi padre, de que en el pueblo debía existir una institución secundaria y le propuse que lo hagamos.
Ella respondió que no sería una tarea fácil, pero, basándonos en la experiencia que habían tenido mis padres en un emprendimiento de similares características, nos pusimos a trabajar.”

                                                                              Jorge Mozzati

Cuando comenzamos a nacer: 1981

A partir de la recopilación de datos obtenidos por medio de las entrevistas realizadas a los protagonistas de esta historia podemos afirmar que un grupo de pobladores se reúnen con el objeto de formar una comisión vecinal para contribuir al mejoramiento de las instituciones de la localidad, éste fue el motivo de la primera reunión que se realiza en forma independiente, es decir sin ser convocada por ninguna fuerza pública o política.

Esta iniciativa queda de lado por surgir otra que cobra más relevancia: SE PROPONE LA CREACIÓN DE UN COLEGIO SECUNDARIO.

Acá estamos...

Acá estamos...

SANTO DOMINGO, localidad ubicada en el Departamento Las Colonias, al norte de la ciudad cabecera y de la capital provincial.
Se originó con el asentamiento de inmigrantes europeos hacia fines del siglo XIX.
Se halla enclavada en una región en donde el desarrollo económico se basa en la agricultura, la ganadería y la lechería.
Actualmente cuenta con una población de 2000 habitantes.

Bienvenido

Bienvenido

Tus paredes guardan HISTORIAS DE LA GENTE VIEJA. Gringos que cruzando océanos partieron dejando nostalgias, buscando nuevos sueños con maletas cargadas de esperanzas, de miedos, de lágrimas por los que quedaron en otro lugar, de alegría por los que esperaban su llegada.
Aquí está la historia de tu lugar. Ellos trabajaron a destajo con una fe inquebrantable en este cielo, jamás tembló su mano en la mancera hasta calar las vírgenes entrañas.
Y en el transcurso de la vida... Nada ha cambiado... también hay HISTORIAS DE LA GENTE NUEVA, la que viene para alcanzar un sueño y lucha hasta conseguirlo.
Guardaré las horas del tiempo sabiendo que mi destino se entrelaza con vos, como si mi existencia no supiera del paso de los años