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Los Colonizadores

El trabajo mancomunado

“Muchos nos trataban de aventureros, pero trabajamos intensamente. Empezamos en noviembre de 1981 y el 16 de marzo de 1982 ya estaba funcionando.
Los trámites eran muchos y no muy sencillos, pero por suerte encontramos voluntades que nos ayudaron a acceder a personalidades y a cumplimentar los requisitos que debíamos poseer para dar inicio a la escuela.
Teníamos una muy buena organización, las tareas las habíamos distribuido de tal forma que había quienes se ocupaban de los trámites, de redactar los estatutos, otros de la construcción de los bancos y las mejoras edilicias del establecimiento, algunos buscaban fondos, organizaban beneficios o hablaban con los padres de los futuros alumnos
Nos costó mucho convencer a los padres de los chicos que estaban terminando la escuela primaria — incluso a los que hacía algunos años habían terminado pero no habían podido seguir—de que apuesten a nuestro proyecto. Íbamos casa por casa a explicarles de que se trataba, el por qué del agrotécnico y demás intentando vencer las resistencias y los miedos.
El primer año eran entre 18 y 20 chicos, pero al año siguiente eran muchos más los inscriptos, inclusive de otras localidades.
Fueron épocas de trabajo duro, pero tan fructíferos que daba ganas de trabajar. Hubo mucha gente que confió en nuestro proyecto y colaboró sin cobrar un peso.
Al principio fue difícil, pero cuando la idea se convirtió en proyecto, la gente se convenció y el pueblo comenzó a abrir sus brazos para que el colegio naciera de la mano de todos.

Con el proyecto maduro, las adhesiones aparecieron de todos lados. El que podía colaboraba con dinero o con sus talleres, el otro con su trabajo o sus conocimientos, y así se sumaban las manos de todos”.

                                                                                Elida Schachner

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